Media montaña B
Por: Alicia Romo
Por más pasos que puedas dar dentro de tu casa o en sus alrededores, nunca será la suficiente la cantidad para llegar a la punta de un cerro; por más vueltas a la manzana que des en bici, no se compara con el enorme placer de caminar entre arbustos, senderos, aire, sol, viento y tierra. Mucho menos si a este disfrute se agrega la muy agradable compañía de los miembros de CEMAC, Querétaro, con la excelente guía de Eduardo Sánchez y Leticia Covarrubias, en la reta. Es así, que el pasado domingo 23 de agosto 2020 Jasmin Illescas, Lupita Rodríguez, como invitados Yosune Boyso, Enrique Escorza y yo, subimos al Cerro de Pie de gallo en Santa Rosa Jáuregui, sobre una cerca de piedras.
Llegamos en vehículos por la Autopista 57 en dirección San Luis Potosí hasta el paso a desnivel en la comunidad de San Isidro, a eso de las 8:00 de la mañana, donde bajamos de los vehículos. Iniciamos la caminata al cruzar el pretil de la presa Santa Catarina y continuamos rumbo al cerro hasta llegar a la base de muro pétreo de aproximadamente 1.30 mts. de altura y medio metro de ancho, y eso cuando no estaba invadida de espinas de enormes garambullos, huizaches o cualquier cantidad y tipos de maleza exuberantes.
A paso constante y lo más firme que cada uno podía –ya que las pequeñas rocas se balanceaban bajo nuestras pisadas- recorrimos cuesta arriba 1.2 kms. entre el clac, clac de las piedras al chocar, gran precaución al pasar dos veces al lado de enjambres de abejas y un pequeño susto en que las chicas pensaron que caerían en paquete de Tres por una, pues –por apoyarse unas a otras-, una de ellas cayó al derrumbarse una piedra suelta, al contacto con su pie. Por fortuna no se golpeó de manera grave y, valiente, sin quejarse, continuando con su plática y risa contagiosa. Eduardo no dejó de estar atento al grupo; él y Enrique la ayudaron a subir.
Como buen guía, nos habló de algunas historias que le cuenta su padre acerca del cerro al que ha subido varias veces y de lo que sabe que se sigue encontrando ahí: figurillas de barro y uno que otro tepalcate sin forma definida. Y es que Pie de gallo es un sitio muy especial que ha sido explorado desde la arqueología y la antropología:
En el Museo Regional de Querétaro se depositaron en 1992 seis piezas arqueológicas halladas en Pie de Gallo: un cuchillo de obsidiana gris, una raedera del mismo material, dos pipas de barro, un cajete de paredes rectas y una máscara pulida en toba volcánica amarillenta hecha en altorrelieve. Los rasgos faciales de ésta son triangulares, la boca abierta con representación de los incisivos centrales superiores y de una piel sobrepuesta, por lo que se trata de una representación de Xipe. Con esta información se ha podido establecer una ocupación en el sitio, con influencia de Teotihuacán, para el periodo Clásico entre los años 200 y 600 d.C. i
Este cerro, con altura de 2,340 metros sobre el nivel del mar y los vestigios arquitectónicos son la expresión de arquitectura regional, del llamado tipo patio cerrado. En el sitio, que es el ubicado más al norte del valle de Querétaro, se hallaron diversos materiales arqueológicos de cerámica y piedra en las laderas bajas y medias del cerro, que indican la existencia de zonas habitacionales cercanas a terrazas, construidas para practicar agricultura de temporal. ii
Caminamos casi cuatro horas y, alrededor de mediodía, llegamos a la primera cima. Unos diez o quince metros más adelante arribamos a la cresta donde ahora hay un pequeño altar dentro de una capilla católica. Desde ahí disfrutamos de la vista espectacular de la que Lety nos fue dando detalles en un recorrido visual de trescientos sesenta grados. Vimos a lo lejos la Presa de Santa Catarina, el Parque Industrial Querétaro, un pueblito llamado Buenavista donde nos despertó el antojo al mencionar se comen mariscos y en otro ricos duraznos y elotes, La monja; el Cerro de la cruz y Carbonera, así como un espacio salpicado de rancherías. De frente a las puertas del adoratorio está el pueblo Pie de gallo; a un lado, Cerro colorado, Gran reserva y San Isidro Juriquilla.
Después de un ligero almuerzo y unas deliciosas tunas compartidas por una de las chicas, regresamos rumbo a la base de la montaña por el sendero de terracería que utilizan los creyentes para subir en las fechas de la Santa cruz. Cerca de las 2 de la tarde, después de despedirnos de una falsa coralillo aplastada por las llantas de un vehículo y de recorrer 13 Km., nos despedimos algo cansados, con ganas de llegar a darnos un merecido y delicioso baño, con la intención de regresar muy pronto a la montaña.
ii Íbid
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